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lunes, 27 de mayo de 2013

Relato: El extraño (David Guerrero Gómez)



Una noche sin estrellas, en la tranquila ciudad de Bath, dominada por el machismo, apareció del cielo una brillante esfera que emanaba tal luz que parecía un segundo sol, a no ser porque esta esfera se acercaba más y más hacia nuestro hogar, la Tierra.

Al día siguiente, toda la ciudad discutía sobre esa extraña luz de la pasada noche, unos decían que podría tratarse de cohetes artificiales; otros, que de una bomba y hasta algunos pensaron que bajó Dios a la Tierra. Todos tenían sus teorías, pero nadie estaba seguro, fue extraño. Sin razón aparente, nadie quiso salir de sus hogares: las mujeres y sus hijas, acupadas con las tareas de la casa, mientras que los hombres y sus hijos leyendo el periódico o algún libro.

Pero una chica  de 17 años llamada Violet, de una familia humilde, los Rumsfeld, tenía la necesidad de salir a la calle para tomar el aire, ya que estaba cansada de hacer ella casi todas las tareas con la ayuda de su madre, mientras su padre se tiraba el día fuera en bares, gastándose el dinero sólo en alcohol y a saber en qué más. Sabía que si le pedía permiso a sus padres para salir le dirían que no, así que no dudó en escaparse por su ventana que daba a un centenario árbol y bajar por él sin que se dieran cuenta.

Cuando quiso bajar por el robusto árbol, se arañó las manos y los codos con la dura corteza y cayó, asustada y dolorida, se puso de nuevo en pie y salió corriendo de allí. Por las calles, encontró a algunos muchachos de su misma edad o cercana a ella que también salieron a la calle, pero por infortunio, aquellos empezaron a insultarla cuando la vieron con las heridas.
- ¿Qué haces sola por aquí? Seguro que te han echado de casa por no cumplir.
- Estoy seguro de que esas heridas te las habrá hecho tu marido porque te lo merecías.
- ¡Vete de la calle y limpia! No queremos más furcias por aquí.

Uno de esos muchachos estaba callado y, por asombro de ella, era el chico del que siempre había estado enamorada en secreto, Paul... Al verle entre ellos, no dudó en pedirle ayuda, pero él se quedó callado y dio media vuelta junto con los demás chicos.
Eso le hizo un nudo en el corazón, se quedó sola en aquella calle, con el doloroso silencio y el viento frío de otoño que acariciaba su cara inundada de lágrimas.

Empezaba a caer el día, pero Violet fue lentamente hacia Alexandra Park como si de un alma en pena se tratase. Estaba algo lejos de su casa, pero merecía la pena visitar, por los recuerdos que le traía, aquel parque, lleno de arboles donde se podía ir hacia un extremo de él para ver cómo río Avon corría con sus cristalinas aguas. Fue hacia un árbol  que estaba de cara al río, y se sentó en la húmeda tierra mientras estaba apoyada en el tronco. Miró con mirada perdida el reflejo del Sol al atardecer en el agua, aquel brillo era lo único que le daba esperanzas para seguir. Toda su vida había estado marcada por problemas, y desde pequeña siempre quiso ser profesora de idiomas, pero toda su familia se oponía y la reprimían encerrándola en la casa casi todos los días, pero siempre obligada a trabajar  día y noche, hasta que su padre volviese borracho de la calle con mal humor, pagándolo con ella y con su madre, a veces, de formas violentas... Su único apoyo era Paul, pero ya se había ido, quizá para no volver.

De repente, un extraño ruido la sobresaltó procedente de la copa del árbol donde ella estaba apoyada, y sin darle importancia, ignoró el ruido y se quedó callada mientras su cabeza y su corazón seguía recordando... Aquel árbol era donde había conocido a Paul hacía tres años y medio, sentado en el césped al lado del árbol leyendo un libro de misterio.
Después de un buen rato, decidió levantarse e irse a su casa, cuando, de repente, alguien la llamó. Empezó a buscar a su alrededor y no consiguió ver nada. Extrañada, dio media vuelta y se chocó con una persona que estaba colgada en la rama de un árbol. Violet gritó del susto, pero esa persona que no se distinguía bien  la calló poniéndole la mano en la boca mientras seguía colgada de la rama. Ella se quedó callada y contemplando: era muy extraño, tenía rasgos masculinos y, a la vez, algo femeninos.

Se presentó cortésmente, se llamaba Naki, procedía de otra dimensión donde la raza humana también existía, pero de diferente forma. En aquella dimensión no existía el sexo masculino ni el femenino, y dado que eran más avanzados que nosotros, sabían lo que ocurría en este planeta. Es por eso que mandaron a Naki en una nave, para cambiar la situación que se vivía en este momento con la discriminación de género. Al igual que Naki, otros muchos también fueron enviados a este planeta para resolver muchos problemas y así alcanzar la paz universal.

Pasaron los meses, y Violet y Naki se hicieron muy buenos amigos, Naki le contaba cómo era su planeta, las cosas que ocurría, etc..., mientras que ella siempre terminaba hablando de Paul o de cuando se iban a poner manos a la obra para arreglar la situación que viven los países con la discriminación de género, pero Naki siempre se quedaba callado y se  mostraba preocupado. Hasta que justo al pasar un año, Naki le dio una triste noticia, se tenía que ir ya a su planeta, pero ella no se lo explicaba. ¡No había hecho nada! A lo que Naki le contestó que sí, ya que ese año de mutua amistad, el alma de Naki y la de Violet se unieron, pasándole así un Don a ella, que lo debería poner en práctica.
Aquella misma noche, Naki y Violet se despidieron en Alexandra Park, donde se conocieron, dándose la más triste despedida y sabiendo cada uno que no se volverían a ver nunca más, o al menos eso pensaban.

Naki siguió su vida hasta que, al cabo de una década, pudo escaparse hacia la dimensión del Planeta Tierra y visitar a su gran amiga Violet.
De nuevo, el panorama se repetía, volvió a aparecer una gran luz que bajaba del cielo sobre los cielos de Bath, y Naki fue hacia el hogar de ella. Por el camino, algo le sorprendió: pasó por Alexandra Park y allí había una estatua en el lugar del árbol donde Violet siempre se sentaba. Fue hasta la estatua y leyó la cita de  una inscripción, en la que se decía:
"En honor a Violet Rumsfeld por defender hasta su muerte la igualdad de género con sangre y sudor, consiguiendo que el día 8 de Marzo ningún sexo fuera más un problema para convivir. Gracias por conseguir un mundo mejor."

Sorprendido, alzó la mirada, viendo así la estatua de su gran amiga.
Le interrumpió un señor mayor, bien vestido con un ramo de rosas amarillas que le saludó mientras dejaba el ramo sobre la estatua. Naki extrañado, le devolvió el saludo y aquel señor le dijo:
-¿Le gusta la estatua? Parece mentira, recuerdo como si fuese ayer cuando estaba junto a ella, en nuestra casa... Éramos tan felices juntos...
- Hmm...Disculpe ¿Se llama Paul?- Contestó Naki extrañado.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-No te lo creerías si te lo contase...

Paul, sin tiempo, se tuvo que despedir de Naki lo más rápido posible y se fue a paso ligero. Naki se quedó en silencio durante un buen tiempo delante de la estatua, recordando los buenos momentos que pasó con su amiga y, emocionándose, dijo:
-Me alegro que hayas conseguido tu objetivo, espero que estés en un lugar mejor y  poder verte algún día, siempre te llevaré muy adentro, mitad del alma mía.


By: David Guerrero Gómez

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